La Unión Europea, antaño un proyecto forjado audazmente a partir de carbón y acero, se enfrenta hoy a desafíos que sus fundadores difícilmente podrían haber previsto. Acelerar la innovación, profundizar los mercados financieros, garantizar la seguridad y preservar valores fundamentales como la libertad y la democracia: la agenda difícilmente podría ser más ambiciosa. Pero el estado de las potencias políticas Francia y Alemania siembra dudas sobre la eficacia de la alianza.
Una historia de éxito que nadie habría esperado
Es sollte daran erinnert werden: Weder die wirtschaftliche Integration Europas noch die Annäherung seiner Mitgliedstaaten waren selbstverständlich. Sie waren das Ergebnis kluger Politik. Von den sechs Gründungsstaaten der 1950er-Jahre hat die EU ihren Einflussbereich auf 27 Länder ausgedehnt. Dabei gelang ein bemerkenswerter wirtschaftlicher Aufholprozess. Länder wie Polen oder Irland überholten in wenigen Jahrzehnten die wirtschaftlichen Standards vieler westlicher Nachbarn.
Entre 2004 y 2023, el PIB real per cápita de Polonia aumentó del 40 % al 73 % del nivel de los estados fundadores. Países fuera de la UE, como Ucrania, se quedaron muy atrás, a pesar de la proximidad geográfica. México, con una ventaja similar de libre comercio a través del TLCAN, incluso se ha movido hacia atrás económicamente. Lo que ofrece la UE es más que acuerdos comerciales. Crea una pertenencia institucional y normativa que es única en el mundo.
Un vistazo al futuro: con riesgos adjuntos
Pero el éxito pasado no garantiza el futuro. Una red de seguridad incierta de EE. UU., una Rusia agresiva y la creciente influencia de China desafían la unidad de Europa. A esto se suman problemas internos: una sociedad envejecida, crecientes cargas fiscales y una postura ambivalente hacia la migración. Al mismo tiempo, el llamado informe Draghi advierte sobre el aumento de la productividad a través de la digitalización y la desregulación.
Das nächste Kapitel: Eine politische Union?
Europa necesita respuestas, y rápidamente. La introducción de impuestos comunes o de un aumento en la emisión de deuda, como se discutió a principios de la década de 1990, podría volver a poner a la UE en el buen camino. Sin embargo, tales pasos inevitablemente reavivan antiguas divisiones: ¿debería Europa integrarse más? ¿Y cómo se pueden eludir los bloqueos de países individuales, como Hungría bajo Viktor Orbán, que impiden reformas urgentemente necesarias?
El contramodelo estadounidense: una advertencia
Europa no debe seguir el camino de EE.UU. Las patologías sociales al otro lado del Atlántico - desde la violencia armada hasta el encarcelamiento masivo - son una advertencia. El sueño europeo de ser un lugar de libertad, paz y prosperidad sigue siendo frágil. Pero quizás la ausencia de la presunción británica también ofrezca una oportunidad: menos bloqueos, más valentía.
Valor para el cambio
Die EU ha demostrado muchas veces que puede hacer posible lo imposible. Ahora se necesita la misma mezcla de habilidad política, visión y valentía. Porque una cosa está clara: el futuro de Europa no se decidirá en Bruselas, sino en los corazones y mentes de sus ciudadanos.